Oskar es una de esas almas inquietas que entienden el arte como una forma de estar en el mundo. Su recorrido está lleno de escenas que no solo ha interpretado, sino que ha habitado con el cuerpo, la voz y la emoción a flor de piel. Con una mirada intensa y una sensibilidad poco común, ha sabido moverse con soltura entre el teatro, la danza contemporánea y el canto, haciendo de cada disciplina una herramienta con la que comunicar lo que no siempre se puede poner en palabras.

Ha formado parte de piezas escénicas que hablan de memoria, identidad y pertenencia, y ha llevado su talento a propuestas muy distintas, desde creaciones colectivas hasta obras de carácter más íntimo. Su presencia sobre el escenario tiene algo magnético, algo que atrapa, que incomoda a veces, pero que siempre deja huella.

Además de su faceta como intérprete, también ha puesto en marcha proyectos personales donde da rienda suelta a su mirada creativa, cuestionando formas establecidas y buscando siempre nuevas maneras de narrar. Lo suyo no es solo talento, es una forma honesta de entregarse al proceso artístico con pasión, compromiso y profundidad.

Oskar camina con paso firme por un camino que no siempre es fácil, pero que él recorre con la convicción de quien sabe que cada paso cuenta. Y nosotros, felices de acompañarle.