Carmen es una de esas personas que parece haber nacido para contar historias. Lo lleva en la mirada, en el cuerpo, en esa forma de estar que atrapa sin hacer ruido. Lleva tiempo explorando caminos distintos, siempre ligada al escenario, a la cámara, al juego y al descubrimiento.

Tiene una energía que contagia y una entrega que habla de compromiso. Se nota en cómo se mueve, en cómo escucha, en cómo transforma cualquier propuesta en algo propio, auténtico. Hay algo muy genuino en ella, una sensibilidad viva que conecta con quien la observa sin necesidad de artificios.

El trabajo en grupo le sienta bien: sabe estar, sabe acompañar y, cuando hace falta, también sabe brillar con luz propia. Su paso por distintos proyectos la ha dotado de herramientas variadas y de una intuición que no se enseña en ninguna parte.

Carmen es, sin duda, una suma de experiencia, instinto y pasión. Y tenerla aquí es contar con una artista en constante crecimiento, con muchas ganas de seguir caminando y compartiendo.